Huracán, una palabra con nombre propio.
- Paula
- 26 ago 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 10 feb
En nuestra historia personal, en algún momento indagamos o nos comentan el origen de nuestro nombre y eso nos dice mucho de nuestra historia familiar y nuestra identificación a lo largo de nuestra vida.
Con los fenómenos meteorológicos pasa algo similar: indagando un poco sobre el origen histórico de algunos nombres, podemos encontrar curiosidades asociadas a los mismos.
Estando en plena temporada de Huracanes, me abocaré al origen de este término.
Como en toda historia familiar, muchas veces nos encontramos con varias versiones de los hechos. En el caso del término Huracán, hay dos versiones principales, una proveniente de los Mayas y la otra de los Tainos, pueblo que habitó la zona de las Antillas y las Bahamas.
Para los Mayas “Hurakan” era el dios de las tormentas, del viento y del fuego, también conocido como el “Corazón del cielo”. “Jura” significa uno y “kan” quiere decir pierna, por lo que se traduce como “el de una sola pierna”. Esta deidad estaba formada por dioses más pequeños: Cuculha-Hurakan o trueno, Chipa-Cakulha o relámpago y Raxa-Caculha o rayo verde. De aquí se puede llegar a deducir que los Mayas han asociado la característica de su única pierna con el impacto producido por las descargas eléctricas al caer sobre el suelo.
En las imágenes asociadas a este dios, se ve que el pie tiene una garra, uno de sus brazos está sobre la cintura y el otro sobre la cabeza, además de tener un solo ojo. Algunos arqueólogos dicen que la posición de los brazos está asociada a la dirección de los vientos, soplando en sentidos opuestos separados por una calma intermedia. El pie con garras representa la destrucción que deja a su paso al tocar tierra y el ojo podría asociarse con el ojo meteorológico que se aprecia en las imágenes satelitales. Hoy en día se pueden encontrar esas hermosas fotografías tomadas desde el espacio en muchos sitios de internet, donde se ven a estos sistemas bien formados, girando alrededor de un claro, provocando fuertes vientos, abundantes lluvias, oleajes importantes en zonas costeras y hasta incluso, una vez que “tocan” tierra, puede dejar las condiciones necesarias para que se formen tornados.
Pero… ¿cómo sabían todo esto los Mayas sin haber tenido la tecnología que tenemos en la actualidad?

Para los Tainos, el “Juracan” era enviado por Guabancex, diosa de los vientos, para manifestar su furia cuando se sentía ofendida por las desobediencias de los humanos. Vivía en los dominios de Aumatex, cacique de la tierra de los vientos, de donde salía siempre enojada. Sus ayudantes eran Guataubá, quien con nubes, truenos y relámpagos anunciaba a deidades y mortales de la tempestad, y Coatrisquie, quien provocaba la furia de las corrientes que inundaban valles y sembradíos. Los Tainos dibujaban a la diosa con dos enormes brazos que baten el viento en direcciones opuestas, dando a entender que también conocían el movimiento circular de los huracanes. Casualmente, esta representación es muy similar al símbolo meteorológico moderno asociado a estas tormentas tropicales.

Los huracanes, en ambos orígenes, están asociados a la tempestad, la furia, y la fuerza destructiva, pero es necesario resaltar que los huracanes son muy importantes para la naturaleza, ya que juegan un papel en el transporte de calor desde el Ecuador hacia los Polos, llevan lluvias necesarias a zonas donde, de otro modo, habría desiertos, así como también revuelven el agua a su paso, llevando nutrientes a zonas más superficiales del océano, permitiendo el incremento y variedad de la fauna marina.
Como en toda familia, no faltarán las discusiones respecto a la importancia o la veracidad de una versión sobre otra. Hurakan o Juracan, ambas concluyen en Huracán. Me recuerda al maestro Elodin explicándole a Kvote en "El nombre del viento" de P. Rothfuss sobre la importancia de los nombres...
“ Las palabras son pálidas sombras de nombres olvidados. Los nombres tienen poder, y las palabras también. Las palabras pueden hacer prender el fuego en la mente de los hombres. Las palabras pueden arrancarles lágrimas a los corazones más duros. Existen diez palabras que minarán la más poderosa voluntad de un hombre. Pero una palabra no es más que la representación de un fuego. Un nombre es el fuego en sí.”.
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