¿Cuán azul está el cielo hoy?
"Pero entonces, ¿qué es ese azul que existe sin duda alguna, y cuyo velo nos oculta las estrellas durante el día?"
Es una de las tantas preguntas que se hace Camille Flammarion (1842-1925) en su libro “La Atmósfera” y que a mí me incentiva a seguir leyendo, investigando y averiguando sobre ciertos fenómenos y acontecimientos.
Es así que, respondiendo a su pregunta, nos habla de Horace-Bénédict De Saussure (1740-1799), naturalista, geólogo y meteorólogo suizo, considerado también como fundador del alpinismo. Flammarion explica que “De Saussure ha demostrado que el color del cielo se debe a la reflexión de la luz y no a un color peculiar de las partículas aéreas. Si el aire fuese azul, dice, las montañas lejanas y cubiertas de nieve deberían parecer azules, lo cual no sucede.”
![](https://static.wixstatic.com/media/f5d393_cebedaa2d1cb44ce8f8311061a99ceee~mv2.jpg/v1/fill/w_980,h_1307,al_c,q_85,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/f5d393_cebedaa2d1cb44ce8f8311061a99ceee~mv2.jpg)
Cabe aclarar que, para dar esta explicación con montañas lejanas de ejemplo, tanto Flammarion como De Saussure realizaron sus observaciones e investigaciones en el valle de Chamonix, al pie del Mont Blanc, Francia. En el caso de De Saussure, influenciado por su tío, de muy joven comienza a interesarse por la botánica y es así que realiza varias incursiones al valle anteriormente nombrado, para recolectar especímenes de plantas. Allí comienza con su fascinación por investigar a ese gran coloso cuyo trabajo realizaba a sus pies: el Mont Blanc. “Desde mi infancia siento hacia la montaña la más decidida pasión", comenta en uno de sus múltiples escritos. Obsesionado con ella, ofrece en 1760 una considerable recompensa para quien lograse trazar una ruta apta hasta la cima de aquel macizo alpino. Recién en agosto de 1786, Jacques Balmat y el doctor Michel Paccard consiguen hacer cumbre. El propio Saussure consigue realizar la tercera ascensión a la montaña en 1787, guiado por Balmat. Durante todo esos años, incursionó en otras cimas y exploró glaciares, realizó varios intentos fallidos para ascender a su tan preciado Monte Blanco; todos esos viajes investigando, documentando, recolectando muestras de plantas y registrando cada fenómeno a su paso.
Embellecido y anonadado con lo que fue descubriendo en sus expediciones, dirige gran parte de su interés a las mediciones y a los fenómenos meteorológicos. Por tal razón, inventó y perfeccionó muchos tipos de aparatos, entre ellos; el magnetómetro (para medir el campo magnético), el diafanómetro (para medir la transparencia del aire), el anemómetro (para medir la intensidad del viento), el eudiómetro de montaña (para medir el volumen de una mezcla de gases), un higrómetro de cabello (para medir la humedad), y, el que nos interesa en esta ocasión, el cianómetro para estimar la “azulinidad” del cielo.
![](https://static.wixstatic.com/media/f5d393_e133d67091764971b08189b8bda978cc~mv2.jpg/v1/fill/w_980,h_1024,al_c,q_85,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/f5d393_e133d67091764971b08189b8bda978cc~mv2.jpg)
En los múltiples intentos de cumbre, los alpinistas habían observado que a medida que subían más alto, el cielo cambiaba a un azul más intenso. “Este fenómeno me había llamado la atención a menudo” escribió Saussure, y mientras se preparaba para subir a la cima del Mont Blanc, quería encontrar una forma de medir el color de la cambiante bóveda celeste, llevando pedazos de papel de diferentes tonos de azul, para compararlos con el firmamento y combinar su color.
Como relata Flammarion, “de Saussure ha inventado el cianómetro para medir la intensidad del color azul, cuyo instrumento se compone simplemente de una tira de papel dividida en 30 rectángulos, el primero de los cuales es de un azul cobalto muy oscuro, y el último casi blanco; los rectángulos intermedios ofrecen todos los matices imaginables entre el azul oscuro y el blanco. Si se ve que el azul de uno de dicho rectángulos es idéntico al cielo, entonces se expresa esta identidad con un número correspondiente a uno de los rectángulos, y todo se reduce a levantar la escala del instrumento.”
De Saussure fue uno de los pioneros en comprender la razón de este color en el cielo. Siguiendo con la explicación descrita por Flammarion, “el aire absorbe una parte de los rayos luminosos enviados por el Sol a nuestro planeta, y refleja otra; sin embargo, el aire no obra del mismo modo con respecto a todos los rayos coloreados de que se compone la luz blanca, sino que, semejante a un cristal raspado, deja pasar los de la extremidad roja del espectro solar, y refleja, por el contrario, los azules, aunque esta diferencia no es sensible sino cuando la luz atraviesa grandes masas de aire.”
![](https://static.wixstatic.com/media/f5d393_9436373773ef4633acc83e848f0f397f~mv2.jpg/v1/fill/w_635,h_424,al_c,q_80,enc_auto/f5d393_9436373773ef4633acc83e848f0f397f~mv2.jpg)
Continúa diciendo que “en efecto, cuanto más espesa es la capa atmosférica atravesada por un rayo, más pronto desaparecen los azules, cediendo el puesto a los rojos: por consiguiente, cuando el sol está cerca del horizonte, el rayo recorre mayor espesor de aire, siendo esta la causa de que dicho astro nos parezca entonces rojo, purpúreo o amarillo.”
El azul más profundo que registró De Saussure fue uno avistado, obviamente, en la cima del Mont Blanc, midiendo 39 grados de azul en la escala de su aparato. Se sabe que continuó haciendo uso del mismo durante el resto de su vida, influenciando a la próxima generación de exploradores, como es el caso de Alexander von Humboldt (1769- 1859). Alexander, otro asiduo usuario del cianómetro, perfeccionó el instrumento agregando más tonalidades al mismo, y registrando en su nueva versión, un cielo de 46 grados de azul en la cima del volcán Chimborazo, en los Andes Ecuatorianos.
Como concluye mi apreciado relator, “[…] sabed que a ese fluido ligero y poderoso, extendido sobre el globo terrestre, sois deudores de vuestra existencia y de vuestra belleza. Sin él no existiría ninguna de esas perspectivas, ninguno de esos matices. En lugar de un azulado cielo, sólo tendríamos un espacio negro, insondable.” Sin atmósfera, las distintas tonalidades de azules, ni los múltiples colores serían posibles en la Tierra. “No apreciamos la belleza ni la importancia práctica de la luz difusa porque tenemos la costumbre de servirnos de ella sin cesar.”
Todos los días, levantar la cabeza, inspirar el oxígeno que nos rodea, mirar, olfatear, observar y agradecer a esta capa gaseosa que nos abraza, nos permite la vida y nos regala postales asombrosas, ya sea con cielos parcialmente nublados o cielos azulmente despejados.
Como nos recuerda Electric Light Orchesta en su tema "Mr. Blue Sky",
Hey there Mr. Blue
We're so pleased to be with you
Look around see what you do
Everybody smiles at you
Si te gusta el contenido de mi blog, puedes convidarme un matecito:
Si estas en el exterior, puedes compartirme un café:
o bien puedes compartir este artículo con todos aquellos que consideres que tienen la cabeza ... en la nubes.
Comments